Autor: José Luis Iglesias Diz
Una buena medicina
Una reflexión sobre las artes en relación con la salud
Oír música, cantar, bailar, actuar en el teatro, leer, escribir o pintar son actividades que consideramos divertidas, interesantes y necesarias, porque casi todo el mundo es capaz de participar en muchas de ellas aunque solo sea como espectador; la mayoría de la gente tiene alguna cualidad que le permite bailar bien, o cantar o tocar algún instrumento, muchos, más de los que se cree, pueden dibujar con cierta solvencia.
Por mal que lo hagan o crean que lo hacen y les avergüence es excepcional encontrar a personas que no hayan bailado nunca; parece evidente que bailar es una diversión nuclear en el conjunto de las fiestas populares: no hay fiesta que se precie sin música y baile. El primer instrumento musical del que se tiene noticia es de hace 35.000 años; una flauta de hueso encontrada en la cueva de Hohle Fels, lo que nos muestra la precoz presencia de la música en el ser humano.
Las actividades de este tipo, lúdicas para la mayoría de la gente, son el producto del trabajo creativo de profesionales y aficionados que las ponen a nuestra disposición: canciones, novelas, obras de teatro, bailes, conciertos, coreografías etc. Muchas personas intentan vivir de la creación no siempre con éxito pero su esfuerzo y genialidad la recibe la sociedad disfrutando de magníficos momentos de relajación, goce o diversión.
¿Y quién dijo que estar contento es malo?
Hago esta pregunta porque vivimos en una sociedad en la que muchas persones con responsabilidad política parecen ignorar el valor que las distintas actividades culturales tienen como generadores de “satisfacción y disfrute” lo que las convierte en potenciales recursos para mejorar la salud de la gente. Oímos hablar a menudo del recién jubilado: “Ahora este hombre que se pasó la vida trabajando no sabe qué hacer, está deprimido…” Su vida ajetreada le impidió acercarse al mundo del ocio y no desarrolló ninguna afición, no tiene gustos ni conocimientos sobre cosas que seguramente le hubiese gustado disfrutar, es como empezar de nuevo pero mayor y cansado.
Si el médico te dice: amigo tiene Ud un cuadro depresivo-ansioso necesita relajarse, descansar… ¿Qué cosas le gustan? preguntará. El paciente tendrá alguna afición o le gustará alguna actividad y le contestará: me gusta ir al cine, ver teatro, oír música, escalar montañas… El médico le “recetará” un tipo de actividad que le parezca adecuada en general una actividad lúdico-cultural llamemos. No suele recomendarle que trabaje 10 horas más o que aprenda física cuántica; le propondrá una actividad que sirva para el fin buscado de mejorar su salud que sea agradable, esté en su gusto y que le proporciones placer.
El placer: El placer es algo más íntimo más cotidiano que la felicidad, un término complejo del que nadie es capaz de dar una definición rotunda. Sabemos que el ser humano es un forofo del placer, está constantemente en busca de estímulos agradables, necesita estimular sus centros de la recompensa y lo hace a diario, si le faltan esas recompensas surge el estrés o un estado anímico bajo, la frustración y un afrontamiento anómalo de los problemas.
¡Cuánto trabajo he tenido, estoy agotada, tengo que tomar unas vacaciones!
Es evidente que esta mujer necesita una dosis de distracción, de ruptura con la máquina laboral que la agota en un momento dado. Una aclaración, hay gente que al respecto parece no necesitar otro estímulo gratificante que el propio trabajo y eso tiene una consideración de alto grado, son personas a las que se ve como seres excepcionales; son “los mejores”, los más competentes, competitivos y trabajadores (y ambiciosos supongo) pero esto no ocurre con la mayor parte de las personas.
Ocio se confunde a menudo con ociosidad que viene a ser un estado diferente, el de la persona que elude sus responsabilidades de trabajo o a una actitud abúlica. El ocio es la utilización del tiempo libre para hacer lo que a uno le gusta y puede hacer según sus posibilidades. Los griegos (siempre ellos) hablaban de “Otium” (en latín) aquel espacio de tiempo que se necesita para el disfrute, la relación, la discusión, filosofar y de “negotium” que era el trabajo habitual, el que te da de comer, pero Otium no era vagancia, ociosidad.
A estas alturas ya parece claro que las evidencias demuestran que los humanos necesitamos divertirnos, disfrutar con los amigos, la familia o solos haciendo cosas que nos gustan: 8 horas de trabajo, 8 horas de sueño y 8 horas que son para ti (y los tuyos)
Pero eso hay que ir aprendiéndolo desde la infancia, el juego que forma parte importante en el desarrollo del niño se especializa más adelante en lo que llamaríamos aficiones o hobbies; por desgracia los planes de estudios pronto dejan de preocuparse por las artes visuales (plásticas, cine, video, teatro, danza) y la música (algo que bañará nuestro entorno durante toda la vida) y centran su atención sobre las materias “nobles”, las ciencias, matemáticas, física, biología etc. que parecen ser indispensables para la formación adecuada del niño y adolescente.
Creemos que es equivocado pensar que estas materias son más importantes que las que fomentan el desarrollo de la imaginación y la creatividad (y el pensamiento: la filosofía, pero esto es otro tema). Hoy se sabe que los que desarrollan actividades musicales se desenvuelven mejor en matemáticas por ejemplo rompiendo la idea de que el arte es una pérdida de tiempo, porque la música y otras formas de arte son exigentes, su dominio no se obtiene sin esfuerzo lo que hace que nos volvamos sistemáticos y aumentemos nuestra auto-exigencia y nuestra capacidad de trabajo, mejorando nuestras capacidades rítmicas, de coordinación motora, habilidad manual, percepción espacial y además reforzando nuestra autoestima.
El arte permite además relacionarse con otras personas con proyectos en común como el teatro, ballet, danza, cine o video, fotografía, proyectos informativos, creaciones de Blogs etc. La pintura y la escultura permiten una introspección y un análisis del entorno y los seres humanos desde la representación o la abstracción a través de la línea, el color, la perspectiva y la materia. El Dr. Dacher Keltmer (psicólogo de Berkeley) dice que las obras de arte estimulan niveles saludables de citoquinas (proteínas esenciales en nuestro sistema inmunológico) y activan circuitos cerebrales de recompensa que neutralizan el estrés.
En un trabajo publicado en Journal of American Medical Association citado por E. Punset nos habla de cómo la música eleva el nivel de endorfinas y que “también es un medio de distraerse del dolor y evitar la ansiedad”. En estudios con PET (Tomografía con emisión de positrones) se observa que las respuestas placenteras a la música están correlacionadas con la actividad de regiones del cerebro implicadas en los circuitos de recompensa y emoción; y transcribo “ Este estudio sugiere que la música recluta sistemas neuronales similares a los que responden específicamente a los estímulos biológicamente importantes como la comida y el sexo y también otros que se activan artificialmente mediante drogas…aunque la música no es estrictamente necesaria para la supervivencia de la especie humana, constituye un beneficio significativo para nuestro bienestar físico y mental” (E. Punset).
Está comprobado que la música modula la frecuencia cardíaca, el pulso, la presión arterial, la temperatura corporal, la conductancia de la piel y la tensión muscular. Pero tiene otro poder «secreto» añadido: facilita las relaciones sociales. Según un estudio que publica “Royal Society Open Science“, cantar en compañía de otros es la mejor actividad para romper el hielo y crear rápidamente lazos de amistad.
Estudios previos habían mostrado que el corazón de las personas que cantan en un coro late al unísono, ya que todos respiran a la vez y sus constantes vitales se sincronizan. Y también las emociones se contagian entre ellos con mayor facilidad. (ABC ciencia.28-10-2015)
La lectura nos proporciona información, formación y entretenimiento, la ficción cuando es ejecutada por escritores de talla aportan visiones originales del comportamiento humano, que nos ayudan a comprender mejor la realidad y las posibles respuestas del ser humano ante los problemas que se encuentra o provoca, además de hacernos disfrutar. La lectura es una ventana al mundo desde conciencias distintas que añaden diversidad a nuestras creencias o criterios, que amplían nuestra visión del comportamiento humano y nos hacen más tolerantes con esa diversidad.
Los seres humanos también disfrutan cuando se aproximan al arte o lo practican pero parece que la tradición que se ha grabado en la mente humana es negar esa evidencia rechazando como inútil aquello que nuestra sensibilidad siente como algo deseable y necesario.
Bibliografía
- Eduardo Punset. El viaje a la Felicidad (Destino).
- Bertrand Russel. La conquista de la Felicidad. Alianza.
- Indro Montanelli: Historia de Roma.
- José Antonio Marina. Biología de la Humanidad. Ariel.