En la entrevista clínica con el adolescente, no siempre conseguimos oír y escuchar lo que realmente pasa por la mente de la persona con la que hablamos. Hay silencios, frases que no se terminan, miedo a decir algo o a no ser comprendido, expresiones contradictorias, torpeza expresiva, pensamientos delirantes… a estas dificultades se añaden las derivadas de su nivel de inteligencia emocional o cognitiva.
Uno de los recursos disponibles que suele dar buenos resultados son los autorregistros. Son narraciones de lo que puede ocurrir a lo largo del día o de la noche y que pueden tener relación con estados emocionales o pensamientos disruptivos. Algunos adolescentes tienen muchas dificultades tanto para hablar como para escribir y esto dificulta el componente terapéutico. Un ejemplo de autorregistro se presenta en el último número de marzo de la revista Adolescere que se puede consultar en el siguiente enlace.