El Dr. Jesús Eirís es Neuropediatra y entre sus áreas de interés están los trastornos del neurodesarrollo como es el TDAH.
Una autoridad de la neuropediatria española, un trabajador incansable y una grandísima persona. Gracias Jesús.
Eirís, leo y escucho a menudo críticas poco fundadas sobre el TDAH (Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad) incluyendo la negación de su existencia. ¿A que es debido el reiterado rechazo a aceptar este trastorno?
A mi juicio responde a varias razones que podrían resumirse en un profundo desconocimiento de lo que es el TDAH y lo que implica no sólo para el propio afectado sino para la familia y la sociedad en sí misma. Es fácil entender que si una persona tiene síntomas como tos o fiebre, respira mal o tiene la tensión alta se acepte un problema médico como responsable de dichas manifestaciones. Si los síntomas son no centrarse adecuadamente, distraerse, no saber controlar los tiempos, tener una deficiente capacidad organizativa o mostrar dificultades o imposibilidad para regular la conducta para dirigirla hacia metas no inmediatas, o mostrar un grado elevado de actividad motora o impulsividad, siempre se puede aludir a una forma de ser que se puede modular a voluntad, a vagancia o a mala educación. Puede comprenderse que las personas que no tienen vinculación alguna con las neurociencias desconozcan o pongan en duda su existencia y que para los síntomas mencionados propongan explicaciones alternativas, alejadas de un padecimiento de base biológica y siempre culpabilizando a quien lo padece o a su familia. Lo que resulta sorprendente es que se formule la misma percepción desde personas que por su teórica formación y responsabilidad deberían de enfrentarse a los diagnósticos y por lo tanto a las manifestaciones que los sustentan con una visión científica y no crítica, desde el desconocimiento y la negación de las evidencias. Sin información no debería de existir opinión y si de algo se dispone en relación al TDAH es de información científica.
En pocas palabras ¿nos podría definir el TDAH y como se diagnostica?
El TDAH puede definirse con un trastorno que afecta al autocontrol, es decir, a la capacidad de dar respuesta a lo que ocurre en nuestro entorno o en nosotros mismos de una forma reflexiva y flexible. Tener un adecuado autocontrol implica ser capaz de inferir las consecuencias de nuestros actos, de trabajar cara a metas lejanas, de demorar gratificaciones inmediatas, controlar los distractores de nuestro entorno o seleccionar prioridades entre otras funciones que denominamos ejecutivas, en cuya alteración está la base del TDAH. Las manifestaciones que tomamos para el diagnóstico incluyen una agrupación variable de síntomas en dos dominios específicos: déficit de atención e hiperactividad/impulsividad. Cuando los síntomas están presentes durante más de 6 meses, en más de un ambiente y conllevan una repercusión negativa a nivel académico, social u ocupacional dejan de ser una anécdota o peculiaridad en la vida para convertirse en un problema. El diagnóstico, pues, implica una entrevista dirigida a la identificación de los síntomas propios del TDAH, con datos obtenidos de al menos dos fuentes, y valorando el impacto de los mismos en la vida del afectado.
¿Existen bases neurobiológicas en la génesis de este Trastorno? ¿Se conocen las causas que lo originan?
Cada vez conocemos más las bases del TDAH aunque, como ocurre para la práctica mayoría de los problemas médicos en general y neurobiológicos en particular, quedan múltiples incógnitas por resolver. Lo importante, a mi juicio, es que los resultados obtenidos desde diferentes enfoques, bien estudios neuropsicológicos, estudios de imagen cerebral estática o funcional, estudios de activación cerebral en reposo, estudios electrofisiológicos, estudios genéticos, estudios sobre el impacto de diversos factores ambientales o incluso estudios de diálisis cerebral en experimentación animal, confluyen todos ellos y se articulan como las piezas de un puzzle para ayudarnos a conformar un modelo entendible sobre el que se explica la regulación de la atención, la motivación y los aspectos cognitivos y emocionales de la conducta humana. Podemos decir, entrando en las bases biológicas, que la expresión de los síntomas que conforman el TDAH viene mediada por una alteración en las funciones ejecutivas que a su vez ocurre en respuesta a una disregulación en la conectividad funcional (neurotransmisión) y/ conectividad anatómica en redes neuronales fronto-estrío-parieto-cerebelosas y que para la mayoría de los afectados tiene una base genética, lo que no es óbice para que sus manifestaciones puedan modularse en función de determinados condicionantes ambientales.
A los padres creo que les interesaría saber cuáles son las consecuencias más comunes de un TDAH no tratado. ¿nos podía decir algo sobre ello?
Las implicaciones de un TDAH no tratado son variables en función de características específicas de cada persona, del entorno en que se desenvuelva y de la edad del paciente. Los problemas más comúnmente asociados al propio TDAH son una baja autoestima y la penalización continua que sufren los afectados a lo largo de su vida, viendo comprometidas sus expectativas académicas, sociales y familiares y un incremento sustancial en el riesgo de accidentes, abuso de sustancias o precariedad laboral. Por otro lado, es muy común que exista repercusión por otros procesos que en muchas ocasiones concurren con el TDAH y que se llaman trastornos comórbidos al TDAH. Incluyen problemas específicos de aprendizaje, siendo el más frecuente la dislexia, trastorno oposicionista desafiante, trastorno de conducta y tics entre otros. Es más frecuente que también se presenten problemas de lenguaje o de coordinación precisando cada uno de ellos una intervención específica.
¿Cuál o cuáles son los tratamientos actuales?
En España disponemos de un arsenal de fármacos en expansión pero todavía más limitado que el presente en otros países. En este momento disponemos de 3 preparados farmacológicos en dos familias de fármacos diferentes: 1) Estimulantes: metilfenidato –con diferentes formas de liberación del medicamento y con presentaciones comerciales diferentes- y lisdexanfetamina, que es en realidad lo que se conoce como Profármaco y que se basa en una liberación controlada de su principio activo, ya en la sangre, de forma que anula por completo la posibilidad de generar adición. 2) No estimulantes: atomoxetina. Todos ellos están destinados a mejorar la forma en que las neuronas de localizaciones cruciales se activen de forma que puedan desempeñar su función. 3) Pronto estará disponible en España la guanfacina, dentro de los no estimulantes.
Muchos padres e incluso algunos profesionales hablan de los efectos secundarios del tratamiento farmacológico como algo sumamente peligroso ya que debe usarse por años y algunos lo consideran como una “droga”. ¿Hasta qué punto es peligroso el uso de la medicación habitual en el TDAH?
Como con cualquier fármaco, el médico ha de conocer en profundidad sus indicaciones, características, contraindicaciones y efectos secundarios. Desde esta premisa no debemos de olvidar que los primeros tratamientos farmacológicos se han usado en el año 1937 y desde entonces se han seguido utilizando hasta hoy. En la experiencia propia y la de los compañeros de profesión implicados profesionalmente con el TDAH así como lo que se desprende de todas las evidencias científicas –abrumadoras- disponibles, hablamos de fármacos con un elevadísimo perfil de eficacia y seguridad. Cuando se usan de forma racional, con controles evolutivos de dosis y minimizando algún efecto adverso que pueda aparecer (en especial pérdida del apetito al mediodía y retraso en la conciliación del sueño para los estimulantes y somnolencia y molestias gástricas para los no estimulantes) la tolerabilidad suele ser excelente. Ello no implica que no debamos de informar sobre posibles efectos adversos, que implican controles de peso, talla y tensión arterial y actuar en consecuencia si se establece alguna alerta al respecto.
La información ha de ser veraz y alejada de alarmismos injustificados. Las personas que mantengan afirmaciones descalificadoras sobre el potencial peligro de estos fármacos, a los que se refieren como “drogas”, deberían de aportar datos concretos que avalen esta postura así como argumentos críticos a los datos científicos objetivos.
Hay algún avance reciente en el conocimiento y tratamiento del TDAH?
Se están llevando a cabo múltiples vías de investigación en el campo del TDAH. La literatura científica ha experimentado un auge exponencial en los últimos años. Se trabaja en las bases neurobiológicas y ya existen múltiples evidencias de las áreas cerebrales implicadas en el TDAH. En este sentido, resultan altamente esclarecedores los datos disponibles sobre el grosor de la corteza cerebral de los afectados y la demostración de que en un grupo de ellos el volumen cerebral reducido experimenta normalización con el paso de los años. Este hallazgo abre puertas interesantes para conocer el funcionamiento cerebral y da explicación al hecho de porqué en muchos afectados el dicho popular de que el tiempo jugará a favor y que al final el proceso remitirá tiene su parte de verdad. Resultan de gran interés los estudios que analizan la activación de diferentes estructuras cerebrales cuando se realiza una actividad concreta y, en especial, las grandes diferencias que existen entre los que presentan TDAH y los que no. Es altamente reconfortante, en este sentido, las evidencias de mejoría con recuperación de la función bajo el efecto del tratamiento farmacológico. Desde una óptica diferente, analizando la “no función” es decir, registrando lo que ocurre en el cerebro cuando éste no está involucrando en una actividad cognitiva –es decir, en reposo- vemos que existe una diferencia sustancial en la forma en que se conectan las diferentes estructuras del cerebro entre sí, con muy baja conectividad para los que presentan TDAH. Cuando no hacemos nada hacemos muchas cosas, salvo que tengamos un TDAH.