Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son un conjunto de patologías psiquiátricas con importantes repercusiones físicas y psicológicas. Su identificación y manejo temprano son cruciales, especialmente en la población pediátrica y adolescente. El papel del pediatra en la prevención, detección y manejo inicial de los TCA es fundamental.
La prevención de los TCA se basa en la promoción de hábitos de vida saludables. Esto incluye fomentar una alimentación equilibrada, la actividad física regular y una imagen corporal positiva. Los programas educativos que abordan la nutrición adecuada, el ejercicio y la salud mental han mostrado ser efectivos en reducir la incidencia de estos trastornos. Además, es vital promover la autoestima y el manejo del estrés entre los adolescentes para disminuir los factores de riesgo asociados a los TCA.
La detección precoz de los TCA puede ser lograda a través de diversas herramientas y enfoques entre ellos el Test de SCOFF y el seguimiento regular del peso, la talla y el índice de masa corporal (IMC).
Los pediatras deben estar atentos a otros signos y síntomas que pueden indicar un TCA, tales como cambios en los hábitos alimentarios, evitación de comidas o situaciones sociales que involucren comida, ejercicio excesivo, preocupación excesiva por el peso y la figura, alteraciones menstruales en chicas adolescentes o quejas somáticas como mareos, dolores abdominales o fatiga.
El tratamiento de los pacientes diagnosticados con TCA debe ser llevado a cabo en unidades especializadas que cuenten con un equipo multidisciplinario, incluyendo psiquiatras, psicólogos, nutricionistas y pediatras.