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Ciencia y pseudociencia. A ver si nos aclaramos.

Autor:  José Luis Iglesias Diz.

CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA
A ver si nos aclaramos

A menudo se ven en los medios impactantes titulares que afirman curaciones de lo incurable, inventos que cambiarán el mundo, acontecimientos misteriosos “que la ciencia no explica”, gentes que han descubierto la esencia de la inmortalidad etc. Y no digamos lo que circula en la red: noticias inverosímiles, acontecimientos impresionantes y milagrosas curaciones, o substancias, alimentos, técnicas que te convertirán en alguien nuevo, “supersano” o poderoso o longevo o feliz. Lo espectacular, lo milagroso, lo inexplicable son aspectos que interesan a la gente pero todavía más las soluciones tan sencillas que alguien (cuya identidad a menudos desconocemos) nos proporciona. Sin entrar en detalle uno de los ejemplos paradigmáticos son las dietas milagro: es posible que alguien diga la dieta del pomelo es estupenda y miles de personas hagan esa dieta creyendo a pies puntillas que así adelgazará.  ¿Es una superchería? Bueno, si Ud. es capaz de comer solo pomelos durante una semana seguro que adelgaza: el aporte calórico es muy bajo y por lo tanto consumirá sus propias reservas y perderá agua y adelgazará.  La ciencia sabe que una dieta así adelgaza, pero también sabe que es a costa de crear a veces problemas importantes: Si no tomamos calorías suficientes consumiremos nuestras propias proteínas y perderemos hasta 50 grs diarios; el cuerpo necesita reponer “diariamente” la destrucción fisiológica de sus propias proteínas y si no aportamos un mínimo de proteínas y además perdemos las nuestras se tendrá un problema. Es así como actúa la ciencia, explicando lo que la investigación seria concluye para ser aplicado en la práctica y mejorar o facilitar la vida humana. La ciencia está sin embargo, y esa es su gran verdad, en la duda perpetua, siempre se está preguntando si esto es así o de otra manera, si esto puede ser mejorado, si esto es un error. Ese es el modo en que avanza la ciencia, cuestionándolo todo y siendo lo opuesto al dogma. Nunca el científico se encontrará satisfecho, siempre dirá que queda por hacer, a veces mucho por hacer. Y esto es lo contrario que anuncian las “pseudociencias” que lo presentan todo como el último de los grandes descubrimientos “el verdadero”, “él único”, “el mejor” etc.

Los descubrimientos científicos son precedidos por otros descubrimientos de los cuales se toman datos y suman conocimientos; el científico tiene la obligación de conocer todo aquellos trabajos o al menos los más importantes para establecer su hipótesis e intentar demostrarla mediante métodos empíricos. La ciencia es dependiente de su historia, pongamos un ejemplo: Fleming observó en su laboratorio que unos hongos (Penicilum Notatum) que contaminaron un cultivo de Estafilococo eliminaban a este germen del medio de cultivo. La observación inteligente llevó a la comprobación experimentando con otros gérmenes, y se concluyó entonces que aquel hongo tenía propiedades “antibióticas”, luego se procedió a la síntesis del principio activo que producía el hongo (la penicilina), luego otros científicos procuraron la manera de obtener ese producto y conservarlo, luego se experimentó su uso y así hasta su comercialización y el tratamiento generalizado de determinadas enfermedades infecciosas en el humano. Hay aquí una cadena de ciencia con muchos eslabones unidos a un fin común. Todos los trabajos científicos y aún los de divulgación seria van acompañados de una bibliografía al final o intercalada en el texto, que tiene como finalidad explicar que el que escribe ha consultado artículos relacionados con su trabajo en los que se vierten los resultados de otros muchos profesionales que también han investigado sobre ese tema u otros relacionados y ofrecer estos datos al lector por si quiere consultarlos y ampliar su visión del tema. En los procedimientos “pseudocientíficos” este proceso no está presente o es confuso. Los “descubrimientos” parecen surgir de la nada. No es necesario explicar nada, ni que base científica tiene, cuales son los criterios objetivos de lo observado o descrito y desde luego no existe duda alguna sobre la autenticidad del hallazgo por lo que no es necesario demostrar nada. Es así y punto.

Los argumentos pseudocientíficos aluden a que la ciencia “no puede explicar…”. ¡Claro que no puede explicar todo! La ciencia QUIERE ENTENDER EL MUNDO EN SUS INFINITAS FACETAS, pero es consciente de su falibilidad; esto que los Pseudocientíficos presentan como una debilidad, en realidad es uno de sus valores más sólidos.

Cuando nos presentan algo, sea una técnica, una terapia, una dieta, un sistema para ganar dinero, un producto que cambiará nuestra vida hay que leerlo con cuidado, siendo crítico: ¿se acerca a lo que corrientemente se piensa de esto o es revolucionario y contra la lógica común, da explicaciones que parecen coherentes o no da ninguna, tiene referencias de otros trabajos, quien es el que escribe esto, es un individuo o una asociación, es anónimo o tiene nombre y apellidos? Casi cualquier tema puede ser encontrado en Internet y muchas de las cosas que aparecen no son ciertas o son de dudosa credibilidad, así que tenemos que buscar fuentes fidedignas para confirmar o refutar lo leído.

A menudo incluso en series de TV que pasan por científicas hay muy poca ciencia, en aras de una mayor espectacularidad se presentan las imágenes más atractivas y se elude profundizar en datos que resultarían tediosos. Es lógico tratándose de un espacio pensado más para disfrute que para enseñar aunque de algún modo cumple su función informadora y formadora. En la dura vida diaria de la investigación no hay “glamur” sino un trabajo oscuro, tedioso a veces, escrupuloso, ordenado y que consume mucho tiempo, nada que ver con otras parcelas de la vida más mediáticas. En futbol o en cine o TV hay muchas personas que son conocidas por la mayoría de la gente mientras que los científicos incluidos premios Nobel son completos desconocidos y ¿por qué? Porque a la gente no le gusta hablar de lo que no entiende o de lo que es engorroso y que exige dedicación; para saber o entender hay que estudiar, repetir, ser constante y es más fácil hablar o escuchar o ver aquello que nos resulta más sencillo y divertido. Es natural y comprensible y es por ese lado por donde las Pseudociencias penetran: sus teorías no tienen una explicación científica se deben a supuestos inverosímiles a fuerzas o espíritus o substancias mágicas o a la intervención de los extraterrestres. Todo esto es grato a la imaginación de la gente, tendemos con facilidad a quedar impresionados por lo esotérico más que por la reflexión científica que nos parece ardua y aburrida.

Por otro lado está la dificultad de nuestra sociedad sobre la comprensión lectora, se trata de una población en la que el 50 % no lee nunca o casi nunca y solo el ¡5%! está capacitado para lecturas largas de dificultad media-alta. (Marcos Diaz. “La cultura como motor del Desarrollo” Artículo en El País. Enero 2005. “Programa Internacional Para la Evaluación de la Competencia de los Adultos. (OCDE).

Es más difícil que la mayoría de la gente que no lee tenga capacidad discriminatoria a la hora de valorar lo que es verdadero de lo que es falso y por tanto susceptible de ser engañada por individuos que venden humo pero con lenguaje comprensible y con soluciones “aparentemente” sencillas para los problemas de la gente.

El filósofo de la Ciencia Mario Bunge es muy claro a la hora de criticar la cultura pseudocientífica. Transcribo su opinión: “Los científicos y los filósofos tienden a tratar la superstición, la pseudociencia y hasta la anticiencia como basura inofensiva o, incluso, como algo adecuado al consumo de masas; …esta actitud sin embargo es de los más desafortunada  por las siguientes razones: 1º la superstición, la pseudociencia y la anticiencia  no son basura que se pueda reciclar y transformar en algo útil: se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera –lego o científico- hasta el extremo de hacer enfermar a toda una cultura y volverla contra la investigación científica, 2º.el surgimiento y la difusión de la superstición, la pseudociencia y la anticiencia son fenómenos psicosociales importantes dignos de ser investigados de forma científica y ,tal vez, ser utilizados como indicadores del estado de salud de una cultura. 3ª: La pseudociencia y la anticiencia son casos adecuados para poner a prueba la filosofía de la ciencia…).

Por otra parte nos aporta alguno de las claves diferenciales entre la ciencia y pseudociencia:

Mientras que la ciencia admite su propia ignorancia, considera que su campo es difícil y lleno de lagunas y avanza mediante el planteamiento y la resolución de nuevos problemas la pseudociencia es dogmática e inamovible.

La ciencia recibe con agrado nuevas hipótesis, las ensaya, intenta descubrir y/o aplicar leyes, aprecia la unidad de la ciencia cosa que no hace la pseudociencia.

La ciencia busca contra-ejemplos, inventa o aplica sistemas objetivos de control, resuelve las disputas mediante experimentos o cálculo, la pseudociencia remite a la autoridad y omite o tergiversa datos no favorables.

La ciencia actualiza sus conocimientos, busca comentarios críticos cosa que eluden las pseudociencias.

Por último los artículos científicos no suelen ser tan comprensibles por todo el mundo (exigen formación) mientras que los pseudocientíficos son habitualmente muy fáciles de entender.

Además es frecuente que los pseudocientíficos sean hasta famosos y ganen mucho dinero. Como ya dijimos es poco probable que la mayoría de los científicos alcance altas cotas de popularidad.

Por otro lado la ciencia no está libre del intrusismo de falsos científicos o de científicos corruptos. No se libra la ciencia de los males de la humanidad.

Y termino con un dicho de origen desconocido (para mi) que dice que “más vale médico malo que hechicero bueno”