Las consecuencias del COVID-19 para los científicos están en plena etapa de análisis. Y así será por un largo tiempo, porque sólo a partir de la evolución de la población se podrán medir las consecuencias.
En este escenario, un nuevo estudio de la Universidad de Stanford sugiere que los factores estresantes relacionados con la pandemia han alterado físicamente los cerebros de los adolescentes, haciendo que sus estructuras cerebrales parezcan varios años más viejas que los cerebros de sus pares comparables antes de la pandemia. Los hallazgos se publicaron en Biological Psychiatry: Global Open Science.
La adolescencia ya es un período de rápida reorganización en el cerebro y ya está vinculada a mayores tasas de problemas de salud mental, depresión y conductas de riesgo. Ahora, según indicaron los expertos, emerge este evento global, donde todos experimentaron algún tipo de adversidad en forma de interrupción de sus rutinas diarias, por lo que podría ser el caso de que los cerebros de los niños que hoy tienen 16 o 17 años no sean comparables a los de sus semejantes de hace apenas unos años.
Es necesarios seguir investigando, quizá en unos años tengamos datos más concluyentes a este respecto.