Hoy en día el acceso de los adolescentes a la pornografía es muy fácil a través de sus teléfonos, tablets, ordenadores y dispositivos escolares. Cada día son más frecuentes los estudios que ponen de manifiesto que los adolescentes acceden a imágenes de desnudo o actos sexuales en Internet durante la jornada escolar.
Por otra parte, la realidad demuestra que los filtros de contenido y los controles parentales se utilizan poco. Los estudios que analizan las reacciones cerebrales ante la pornografía señalan que daña el cerebro de la misma manera que las drogas. El 90% de los vídeos pornográficos contienen violencia verbal o sexual y el cerebro imita estos comportamientos.