El dolor torácico, la disnea de esfuerzo, el síncope y las palpitaciones son motivos de consulta comunes en pediatría, especialmente entre adolescentes. Aunque la mayoría de estos síntomas tienen causas benignas y no cardíacas, suelen generar una considerable ansiedad en el paciente y su familia, ya que se perciben como signos de posibles patologías cardíacas graves. Esta preocupación puede llevar a la interrupción de actividades deportivas, el ausentismo escolar y una creciente demanda de pruebas médicas complementarias y consultas con especialistas.
Ante estos síntomas, una anamnesis minuciosa y una exploración física exhaustiva, junto con un electrocardiograma (ECG), son pasos clave para diferenciar casos benignos de aquellos que requieren atención especializada.
Identificar correctamente a los adolescentes en riesgo –especialmente aquellos con antecedentes familiares relevantes, síntomas asociados al ejercicio, o anomalías en la exploración cardíaca o el ECG– permite una derivación temprana al cardiólogo pediátrico, optimizando el manejo y reduciendo la ansiedad familiar frente a estos problemas de salud.