Las cardiopatías congénitas representan el tipo de malformación estructural congénita grave más común, afectando a una cantidad significativa de recién nacidos. Gracias a los avances en el diagnóstico prenatal, muchas de estas anomalías pueden detectarse antes del nacimiento, lo que permite una intervención médica anticipada y mejor preparación para el cuidado postnatal. Sin embargo, existen casos en los que las cardiopatías hereditarias se manifiestan tardíamente o incluso pueden ser adquiridas en la infancia, desafiando la detección precoz y poniendo de relieve la importancia de la historia clínica en la sospecha de estas condiciones.
Entre los signos de alerta, el soplo inocente es un hallazgo común en niños sanos mayores de dos años, pero es fundamental diferenciarlo de los soplos orgánicos, que presentan características como alta intensidad y sonidos adicionales. Para un diagnóstico efectivo, el uso de herramientas como el electrocardiograma y el ecocardiograma resulta esencial, especialmente cuando existen antecedentes familiares de riesgo o síntomas que sugieran una condición cardíaca.
Además, en el caso de niños y adolescentes deportistas, realizar un cribado cardiovascular predeportivo es crucial para la identificación de enfermedades cardiovasculares potencialmente letales y la prevención de la muerte súbita en el deporte.