La mayoría de los niños con cardiopatías congénitas sobreviven hasta la edad adulta, lo que subraya la importancia de un proceso de transición estructurado en el sistema de salud. Este proceso puede realizarse a través de distintos modelos, pero todos comparten un enfoque centrado en el paciente, quien debe participar activamente en la toma de decisiones y aprender a gestionar su autocuidado. Para lograr una transferencia exitosa a las unidades de atención para adultos, es fundamental abordar tanto las cuestiones cardiológicas como otros aspectos de salud desde etapas tempranas, idealmente durante la adolescencia.
El objetivo es que esta transición ocurra sin problemas pendientes de resolver y sin pérdidas en el seguimiento médico. Esto requiere dotar tanto al sistema de salud como al paciente de los conocimientos y recursos adecuados para manejar esta fase vulnerable, garantizando así una continuidad en la atención que respalde la calidad de vida y bienestar a largo plazo de estos pacientes.