Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors
Inicio » Padres/educadores » Padres de adolescentes: la información ayuda » La imagen corporal ¿nos vemos como realmente somos?
Padres de adolescentes: la información ayuda

La imagen corporal ¿nos vemos como realmente somos?

Fig1

Uno de los criterios que se utilizan en el diagnóstico de los trastornos de conducta alimentaria (Anorexia y Bulimia) es el de la alteración o percepción del peso o imagen corporal, exageración en la auto evaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal. (DSM-IV). Es decir, las personas con Anorexia se ven “gordas” cuando en realidad están muy delgadas.
 
A los que no padecen la enfermedad les resulta difícil de creer que estos pacientes sean sinceros dadas las evidencias sin embargo ellos no mienten, lo creen así.

 

¿Tenemos todos una imagen real de cómo somos?

 

A menudo podemos oír comentarios sobre lo que la gente se cree que es o como es: “Ese chico se cree guapo, pues menuda pinta…Pues yo lo veo guapo… ¡pero qué dices si es feísimo! Otros se ven elegantes, se creen listos o que tienen un tipo estupendo, mientras otras personas infravaloran su aspecto, se ven más feas que la mayoría, menos estilosas, más gordas…
 
Hay pues que distinguir claramente entre lo que somos o como somos y en lo que pensamos que somos.

Somos cuerpo pero nosotros hacemos un “constructo”, nuestro cerebro va adquiriendo y conjugando millones de datos de evidencias físicas, sensibilidades, de conocimientos, de aficiones, habilidades, de valores, de creencias y las vuelca en una mezcla heterogénea sobre nuestro temperamento que conformará un modo de actuar, de sentirse sobre el mundo, lo que llamaremos conducta. Así desarrollaremos nuestra personalidad que es nuestra especificidad como individuo, aquello que nos hace distinto a los demás.

Pero no todas las cosas que anotamos son positivas, nuestras percepciones son diferentes a las de otros, podemos ser muy exigentes con el aspecto físico, podemos creer en una idealidad con la que nos comparamos, así ha sido a lo largo de la historia, de hecho las distintas civilizaciones crearon siempre cánones o sea referencias ideales en las que los individuos debían mirarse y a la que no siempre podían aspirar. Ese canon no fue igual en todas las culturas ni a través del tiempo. La civilización occidental es heredera de los cánones de belleza que imaginaron o crearon los griegos pero esos cánones no son iguales hoy como no lo fueron a lo largo de los siglos.
 
Lo primero que concluimos es que cada civilización tiene un canon `que con el tiempo va cambiando y los ciudadanos la adoptan como referencia de la forma y belleza corporal.
 
Por supuesto existen otros cánones que rigen para el arte, las leyes, las formas de convivencia etc. pero en lo que nos fijamos aquí es en el aspecto físico.
 
Cuando existe una referencia intentamos seguirla y ahí podemos tropezar con que no cumplimos los requisitos exigidos, pero eso no es un problema si somos adultos completamente maduros y sabemos que el no seguir “el modelo” no nos excluye como individuos y que aceptarse como uno es, a pesar de no ser como querrías, no excluye una vida plena.
 
Eso es justamente lo que NO ocurre en la adolescencia, sobre todo en los primeros años al inicio de la pubertad o incluso antes. En ese tiempo los cambios corporales son casi diríamos bruscos pero también lo son en la esfera psico-emocional y desde luego en la cognitiva. Los que eran niños hace un año se estiran, aumentan su peso, su músculo, su grasa, su rostro cambia del aspecto angelical al hosco, el vello púbico crece, las mamás aumentan, los testículos y el pene también: chicos y chicas sufren una trasformación que nos hace exclamar a los adultos: ¡Como has crecido!, ¡estás hecha una chica (o mujer)!, ¡menudo hombretón! Ellos saben que están cambiando pero además de repente se sienten poco seguros con esos cambios, hace poco no se hacían preguntas, vivían bajo el ala protectora de los padres aceptando las normas, disfrutando de su compañía, con pocos conflictos  pero ahora todo parece cuestionable, sus padres se han vuelto inopinadamente pesados, les exigen, los importunan… por otro lado  esa nariz que crece no les mola, ya no digamos el acné, el pelo que se vuelve más graso o las caderas que empiezan a redondearse. Chicos y chicas viven alarmados por semejante metamorfosis: ¡pero esto a donde va a parar! se preguntan.
 
Los cuatro aspectos psicosociales claves en la adolescencia son la lucha dependencia/independencia, el grupo de amigos, la búsqueda de la propia Identidad y el ASPECTO CORPORAL. El adolescente ocupa mucho tiempo en su cuidado corporal, horas delante del espejo mirándose, examinando todos los detalles y claro alarmándose ante los “graves” defectos de la figura lo que no le causará pocos quebraderos de cabeza, angustia y temor a ser excluido por sus “horribles taras”. Además debe procurar estar en la onda de sus compañeros y resultar atractivo hacia las posibles parejas.
 
La pubertad con sus cambios corporales y psico-emocionales hace que el adolescente se fije mucho más en su aspecto e intente que su cuerpo siga la “moda”.
 
Muchos trabajos estudiaron que forma corporal juzga el ser humano como ideal y a qué edad discrimina aquello que le parece “más bello” o que le gusta más. Se mostraron a niños de 6-8 y…años figuras humanas que iban desde una forma obesa hasta otra muy delgada y se les pidió que señalasen las figuras que le parecían más bonitas; una gran parte de los niños eligió figuras delgadas. Esto nos indica que el modelo occidental de la delgadez como canon se empieza a interiorizar muy pronto. Estos niños estarán preocupados por su aspecto ya antes de la pubertad y esa preocupación aumentará cuando aquella se inicie.
Los adultos sin embargo a mayor edad señalan cuerpos más robustos por encima de la media. (Quieren sentirse bien con su curva de la felicidad).
 
Por lo tanto los padres, educadores y médicos deben librar una batalla crucial contra la abundancia de mensajes que inundan los medios y que repiten machaconamente la idealidad de la delgadez como modelo de belleza, poder y fama y no es fácil: no se trata de decirles a los adolescentes: “tenéis que alimentaros bien para estar sanos “ porque el poder de la imagen corporal es superior a la razón que intenta desmentir esa poderosa publicidad; lo que debemos hacer en realidad es acompañarlos en su tránsito desde la niñez prestando atención a sus características psicológicas y emocionales; un adolescente inseguro, con baja autoestima, o hipercrítico o tímido puede sentirse más seguro haciendo una dieta porque así cree romper con ese “yo” que no le gusta. Es reforzando la autonomía del chico/a como se les puede ayudar a que poco a poco sean capaces de quererse como son y no como creen que deberían ser bajo el dictado de las leyes de la moda. Asunción de responsabilidades a su nivel, dar confianza pero no sobreprotección, respetar sus opiniones y criterio, establecer límites justos y pactados y hacerles sentir que a pesar de las diferencias estamos con ellos son las actitudes de los padres que le ayudarán a resolver por sí mismo sus propios conflictos.

 

Bibliografía

  • W, Feldman, E. Feldman, J.T. Goodman. “Cultura vs Biology: Children´s attitudes Toward Thinness and Fatness”. Pediatrics Feb. 1988; 81 (2): 190-193.
  • J. Toro. “Desde el control del peso al trastorno de conducta alimentaria”. Pediatr Integral .Sup 1; 2006: 29-31.
  • J.L. Iglesias Diz. Taller “Trastornos de la conducta alimentaria: cada vez mas pediátrica. Prevención y tratamiento”. En el 56 congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEPe). Barcelona 2007.
  • American Pychiatric Association. Diagnostic and estatistical manual of Mental Disorders: DSM-IV. Washington APA 1994.